Hace unos meses, fui a una noche de poemas, en la que invitaron a tres escritores guatemaltecos a que leyeran sus poemas y luego contestaran algunas preguntas. La pregunta que más me llamó la atención fue: ¿Quiénes los inspiran? Refiriéndose a otros autores. Dos de ellos contestaron nombres de poetas que les gustaban en la infancia, que los motivaron a escribir, uno de ellos mencionó a sus papás y así contestaron... la última que contestó se quedó callada varios minutos, luego suspiró y dijo algo que yo siempre había pensado pero que nunca había logrado poner en palabras. Dijo que en todo el tiempo que los otros dos poetas contestaban, ella pasó pensando en quiénes la inspiraban y dijo que no era tanto el quién sino el qué y el cuándo. Dijo que solo tenía momentos en los que le temblaban las manos porque sentía una energía que la llevaba a escribir, que realmente ni pensaba lo que escribía, sino que sus manos fluían e iban creando palabras y oraciones. Decía que su inspiración era su propio impulso por expresarse y vivir.
Amé su respuesta y pienso en ella todos los días. ¿Qué me inspira? ¿Cuándo me inspiro? ¿Por qué?
Siento que en la vida hay cosas que nos mueven y cosas que nos detienen. Por ejemplo, en lo personal, me inspira la luna, me inspiran los árboles y las montañas, el viento; me inspiran las personas nobles, de buen corazón, me inspiran mis sentimientos y como todos nosotros, me muevo por ellos... mejor escrito, ellos me mueven a mí.
Esta semana las pregunté qué querían leer hoy y me dieron ideas increíbles, pero no me inspiraban y me di cuenta, no son malas ideas, solo no es el momento de escribirlas.
Como dijo la poetiza, y con la boca llena de razón, yo me dejo llevar por los momentos. Escribo lo que siento cuando lo siento y después lo vuelvo a leer y lo sigo sintiendo. Nunca escribo nada por escribir, ni pinto nada por pintar. Las cosas que expreso son cosas que me mueven en el momento en el que lo hacen y por eso son lo que son.
Ayer en mi oficina había un post-it pegado en la pared que decía: "Somos esclavos de aquello que nos controla. ¿Qué te controla?"
Hegel propuso la dialéctica del amo y el esclavo:
Esta consiste en proponer que desde el primer momento de la historia se conforman dos figuras: el amo y el esclavo. El primero se impone al segundo. La forma de hacerlo es negándolo, es decir, no reconociendo su deseo. Lo domina anulándolo.
Difiriendo un poco de su teoría, pienso que todos somos tanto nuestros propios amos como nuestros propios esclavos y nosotros decidimos qué nos mueve y qué nos controla. Nosotros decidimos si somos amos o esclavos, de nosotros mismos o de alguien más. No les voy a decir lo que pienso de mí porque aún estoy tratando de comprenderlo pero les recomiendo: piensen, analicen. Pregúntense: ¿Qué los mueve? ¿Qué los controla? Si tienen esa respuesta, lo tienen todo resuelto.
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